viernes, 19 de febrero de 2010

किरी एलिसन

"Era mi dolor tan alto
que la puerta de la casa
de donde salí llorando
me llegaba a la cintura. "


Se fueron los dos agarrados, a pesar de todo, tenían miedo. Uno ofrecía su vieja mano; el otro acercaba, por casualidad, su patita blanca y peluda a aquel compañero de viaje tan cansado...

A Leo, el abuelo del pueblo al que nunca llegué a ver,
y a Kun-fu, el gato que nunca conocí y que a la vez era perro.


"Era mi dolor tan alto
que miraba los tejados
por encima del ocaso "

2 comentarios:

  1. aBandonao, si acaso... Es que no hay que forzar la máquina, hay que esperar a las musas, que las muchachas están gordas y tardan lo suyo...

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